Casa Pukará parte de un plan de 9, con un marco estructural claro dentro del cual se inscriben todas las estancias. En el centro, un comedor circular a doble altura organiza la casa en lo espacial, lo visual y lo simbólico. Más que repartir, este núcleo activa las relaciones entre los espacios. El proyecto se aleja del recorrido lineal y propone una diagonal marcada que atraviesa cocina, comedor y sala, generando continuidad visual y construyendo los espacios en relación mutua. Esa diagonal amplifica la percepción del tamaño y da ritmo al habitar. El acceso se produce a través de un atrio frontal que extiende la cocina hacia el exterior y funciona como espacio cotidiano, en diálogo con el jardín. Un lugar flexible que, sin ser protagonista, define la vida diaria de la casa. Al fondo, junto a la sala, un espacio exterior cubierto funciona como desfogue y extensión del interior, reforzando la transparencia entre el atrio de ingreso y el jardín posterior. La cubierta, plegada hacia el centro, no corona: abraza. Cae desde los bordes hacia el núcleo, reconociendo con su gesto la importancia del vacío que estructura la casa.